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El agua en el cannabis medicinal y el nuevo estándar de calidad

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Un nuevo estándar de calidad en el agua en el cannabis medicinal

 

El creciente mercado del cannabis medicinal y para uso cosmético, así como toda una novedosa industria de productos basados en el CBD, el principal cannabinoide no psicoactivo de la planta de la marihuana, ha revolucionado los estándares de la calidad del producto, la cual está directamente relacionada con la calidad de los métodos de producción. Veremos a continuación la importancia de la calidad del agua, la cual a menudo no se tiene en cuenta como se debería.

El agua en el cannabis medicinal y el control de las variables

El cultivador de cannabis generalmente es muy celoso del control de las variables ambientales, particularmente en aquellos entornos donde puede controlarlas al máximo, como en el cultivo de interior. Nos referimos a la luz, la temperatura, la humedad relativa… pero, ¿y el agua?

Cuando de lo que se trata es de lograr el mejor producto posible con los medios disponibles, cualquier bombilla no vale. Eso lo sabe hasta el cultivador más inexperto. De igual forma, no mide la temperatura o la humedad según la sienta en su piel, ni añade los nutrientes a ojo. El cultivador sabe que en la atención rigurosa al detalle está el éxito del cultivo.

Esa atención al detalle, aplicada también al agua, puede suponer la diferencia entre un cultivo aceptable y uno excelente. O entre un cultivo que no puedas comercializar y uno que cumpla con los exigentes estándares de salubridad de la industria farmacéutica. No olvidemos que el agua no solo es fundamental para cualquier ser vivo, sino que, en el caso de nuestros cultivos, es el principal medio a través del cual las plantas adquieren sus nutrientes.

Podemos confiar hasta cierto punto en el agua corriente con que regamos nuestras plantas. Es posible que conozcamos la EC (electro conductividad) del agua con que reguemos y, si no es un agua dura, seguramente hasta pensemos que su calidad es suficiente para nuestro riego.

Podemos tener una confianza similar en otras fuentes de agua: lluvia, pozos, acequias… Existe toda un área del mundo del cultivo en la que esta aceptación de mínimos es razonable: la de la jardinería. Puede que un crisantemo se nos presente igualmente lozano y bello con aguas de diferentes calidades (siempre y cuando no nos vayamos a aguas muy contaminadas). Pero cuando estamos hablando de productos para uso médico y consumo humano, el estándar que se persigue es el de la búsqueda de la máxima calidad posible.

El cultivador exigente no se conforma con aceptar las condiciones mínimas: su objetivo son las mejores condiciones. Ese es el baremo de la competencia: si durante tu cultivo has atendido cada detalle a la perfección menos el agua, no podrás competir con quien haya partido de un agua de calidad.

¿Qué es el agua de calidad en el cultivo de cannabis medicinal?

Cuando hablamos de cultivos para productos que se van a desarrollar en la industria farmacológica o para consumo humano solo hay una respuesta posible: el agua de calidad es aquella que consiste básicamente en H2O. Cualquier fuente de agua contiene elementos que, si no eliminamos convenientemente, van a ser absorbidos por nuestras plantas y de ahí pasarán a los productos que se elaboren con ellas, como por ejemplo cloro, flúor, sales de magnesio, calcio, potasio, sulfatos o, incluso peor, metales pesados como el plomo, el cadmio, el boro o el arsénico, que son altamente tóxicos no solo para las plantas sino también para el ser humano.

Algunos de esos elementos como el calcio y el magnesio sí que son buenos para nuestras plantas, pero ¿en qué concentraciones? Cuando aplicamos un programa de nutrientes a nuestro cultivo, nos ahorraremos muchos quebraderos de cabeza si controlamos lo que hay en el agua de riego. Es decir, empezando con una EC baja, podremos añadir el calcio y el magnesio que nuestras plantas necesitan en las proporciones adecuadas, y los correspondientes niveles de nutrientes según nuestro programa.

Un agua libre de elementos no deseados es el sustrato ideal para alimentar nuestras plantas.

El agua en el cannabis medicinal

El cannabis es un acumulador natural de sustancias, hasta el punto de que se usa para sanear suelos de elementos tóxicos y radiactivos en un proceso que se conoce como fitorremediación. Ejemplos recientes los tenemos en Taranto, Italia, donde se está empleando una variedad de cáñamo para descontaminar el suelo de níquel, plomo y otras sustancias. También se empleó cannabis para la regeneración de suelos tras el fatídico accidente de Chernobyl.

Literalmente una planta de cannabis absorbe todo lo que esté a su alcance, de ahí la importancia no solo del desarrollo de fertilizantes específicos para el cannabis, sino de la necesidad de regar y administrar los nutrientes con un agua de calidad, ya sea procesada mediante filtración o mediante ósmosis inversa, según sus niveles de EC. No exageramos si afirmamos qué si regamos con cualquier agua, nuestras plantas de cannabis absorberán cualquier cosa. De hecho, los elementos que absorbidos por las raíces van a afectar no solo a la calidad, sino a la composición específica de cannabinoides y terpenos, lo cual es un asunto muy sensible en la elaboración de productos de uso medicinal.

Así pues, el cannabis, sobre todo para uso medicinal, ha de ser tratado con las sustancias más seguras posibles. En este sentido, para lograr el mejor resultado hemos de utilizar fertilizantes adecuados para la variedad que estemos cultivando y controlar las variables ambientales. Pero todo este cuidado pierde su sentido si no comenzamos con un agua de calidad. El cultivador siempre ha de tener en mente al consumidor final y debe garantizar la seguridad del paciente por encima de cualquier cosa.

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